Las tijeras que son un tesoro de la ciudad
El peluquero de Mérida que le cortó el pelo a Ibarra, Javier Gurruchaga y al futbolista Fernando Morientes
La historia de Manuel Romero, conocido como ‘Willy’. Siendo un chaval empezó a cortarle el pelo a sus amigos y se dio cuenta de que aquello era lo suyo. Luego ayudó a Teodosio Prieto en su barbería y allí perfeccionó el oficio. En 1972 abrió su propio negocio en el centro

Más de medio siglo como peluquero en la capital extremeña. / Jorge Armestar

Manuel Romero, más conocido como ‘Willy’, es un vecino de Mérida de 77 años. Siendo un chaval empezó a cortarle el pelo a sus amigos y se dio cuenta de que aquello era lo suyo. Posteriormente continuó ayudando a Teodosio Prieto Balboa en su negocio de barbería y allí perfeccionó el oficio. En 1972 abrió su peluquería en la céntrica plaza de la Constitución (el último local comercial que hubo en las Concepcionistas antes del derribo) y después tuvo que hacer las maletas y mudarse a la calle Almendralejo. La decoración del establecimiento la mantiene intacta. Él es una estirpe que lleva dedicándose al sector durante más de medio siglo y a su edad no quiere saber nada de la jubilación. «Estoy muy bien. No me cuesta nada desempeñar mi trabajo y me hace muy feliz. Hay gente que me intenta convencer para que me jubile, pero no. Hasta que no me tiemblen las manos no pienso parar (risas)», explica con una sonrisa de oreja a oreja a El Periódico Extremadura.

La historia de su negocio en fotografías. / JORGE ARMESTAR
Ya ven, el veterano Willy es de primera. Charlamos en el local, que es de película. Manuel posee una vitrina con pequeños tesoros en forma de navajas, secadores, peines... En tantos su peluquería se ha convertido en una especie de centro social. «Aquí se habla de política, de fútbol, de todo... El trato cercano y el corte clásico son mis mayores virtudes», comenta el artista del cabello. Su destreza y experiencia con las tijeras le permitieron cortarle el pelo a Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Guillermo Fernández Vara, Fernando Morientes, Iván de la Peña, Javier Gurruchaga y a miles de emeritenses que ha visto crecer. «Las clientes dicen que hago muy bien el corte a tijera. Por aquí han pasado todo tipo de personas, aunque no quiero citar ningún nombre en particular porque para mí todos son igual de importantes», resalta con ilusión.

Una vitrina con forma de museo. / JORGE ARMESTAR
Nos despedimos. Salimos de la peluquería con la sensación de haber viajado en el tiempo. Como si el mundo fuese en blanco y negro y la máxima tecnología fuesen sus tijeras. Un auténtico privilegio que todavía queden lugares así, aunque después de tantos años Willy se merece más que un merecidísimo descanso.
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